Diecisiete novelas históricas de calidad para conocer otros tiempos

Leer novelas históricas es una manera de viajar en el tiempo, de acercarse a lo que imaginamos de otras épocas, a esos rincones del pasado que no nos cuentan los libros de Historia. El difícil equilibro que impone el adjetivo histórica a estas novelas es, donde tiene este género de ficción, su mayor riesgo y su mayor atractivo.

Literatura de ficción, entretenimiento asegurado para escapar de lo cotidiano, acercamiento a la Historia. Todo eso y mucho más encierran las páginas de las diecisiete recomendaciones de novelas históricas que dejamos aquí. Las hay para todos los gustos.

El paraíso en la otra esquina, de Mario Vargas Llosa

El paraíso, como los sueños, siempre están en la otra esquina. El Premio Nobel Vargas Llosa viaja en esta magnífica novela de Perú a Londres y París, y de París a los Mares del Sur. Lo hace dibujando las biografías de dos personajes que huyen del horror de sus vidas en busca de su paraíso particular.

Las vidas, paralelas en muchos aspectos, de Flora Tristán (pionera del movimiento feminista y del movimiento obrero, y admirada por Engels) y su nieto Paul Guaguin, que nunca se conocieron, le sirven al maestro peruano para asomarse a los cien años que hay entre el nacimiento de Flora en 1803 y la muerte de su nieto en 1903.

Cien años en los aparecen contrapuestas en capítulos alternos, la lucha por la liberación de la mujer y de la clase obrera de Flora. La búsqueda de un lenguaje propio en el arte, el acercamiento a los impresionistas, la tormentosa amistad de Gauguin con Van Gogh y su huída al paraíso en Tahití o en las Marquesas.

Extraordinario siempre Vargas Llosa.

Yo Claudio, de Robert Graves

Esta obra es un clásico de la novela histórica y de la novela en general. Escrita en 1934 sigue siendo hoy un éxito de ventas. Yo Claudio rompió con la manera habitual de afrontar las novelas históricas, hasta entonces, dándole voz al protagonista.

Robert Graves la convirtió en una magnífica autobiografía del protagonista plena de ironía y ternura. Claudio narra sus memorias ya anciano, intuyendo la proximidad de su muerte, desde la infancia hasta el momento en el que, contra todo pronóstico, llegó al trono imperial. Para amantes de las novelas históricas y del mundo de la Antigua Roma, esta es una obra imprescindible.

Azul Venezia, de Marina G. Torrús.

Azul Venezia es un thriller en el que el lector quedará atrapado desde el principio. En él hay música, muertes, misterio, amor, venganza, lealtad y belleza. Su protagonista es una joven estudiante de medicina, amante de la música, que lucha sin traumas por su lugar en el mundo.

Exquisita novela que se desliza en la Venecia de 1716, recorriendo calles y canales de la ciudad de la laguna en tiempos de Vivaldi. Instructor en los «Ospedale venecianos» como el de la Pietá que acogían a niños huérfanos, donde las niñas tenían una oportunidad de acceder a la cultura.

Un libro adictivo, ágil y bien documentado. Un pequeño tesoro. Una encarecida recomendación, que se suma a estas otras recomendables lecturas, para viajar a Venecia.

El mercenario de Granada, de Juan Eslava Galán

Juan Eslava Galán, prolífico autor de novelas históricas, se adentra esta vez en el año 1487 cuando el reino de Granada se acercaba a su inevitable final. Baeza y Córdoba habían caído ya en poder de los cristianos y Málaga estaba cercada.

Los nazaríes envían una delegación a Yopkapi en Estambul, para pedir ayuda a sus hermanos turcos. Como única ayuda les envían a Orbán, experto herrero búlgaro en la fabricación de armas. Durante los años finales del reino nazarí Orbán descubrirá el amor en los brazos de una esclava cristiana que lo llevará a ayudar a los ejércitos del rey Fernando.

La pluma ágil de lenguaje sencillo y ameno, con el clásico sentido del humor del autor de Arjona (Jaén), consigue una novela que ilustra aquellos tiempos convulsos en los finales de Al-Andalus.

Cabo Trafalgar, de Arturo Pérez-Reverte

Para los aficionados a la novela histórica, siempre es una apuesta segura Arturo Pérez-Reverte. Esta novela que ya os recomendamos en el post dedicado al autor murciano, rememora la historia de la batalla de Trafalgar aunque no deja de lado su pulso narrativo de novelista.

Es un relato de lo sucedido en 1805, y no es divulgación, es novela histórica. Puede que se trate de uno de los libros más fascinantes de Pérez-Reverte, en buena medida porque da rienda suelta a sus grandes pasiones: la Historia, el mar y los conflictos armados. Una suerte de rareza literaria que los entusiastas del autor deberían tener en sus bibliotecas, así como los amantes de las batallas navales.

La última cripta, de Fernando Gamboa

“Creí que era una aventura, y en realidad era la vida”, con esta frase de Joseph Conrad comienzan las páginas de esta adictiva novela que narra el encuentro de una campana de bronce de origen templario sumergida en las costas de Honduras. El encuentro que anticipa la existencia de un mítico tesoro de los Templarios, cambiaría la fecha del Descubrimiento de América.

Ulises Vidal, el personaje que encuentra la campana, ayudado por un historiador y una arqueóloga, emprende la búsqueda del tesoro templario. Al parecer y según Andrew Sinclair, los símbolos que lo demuestran están en los muros de la escocesa Capilla de Rosslyn.

Fernando Gamboa lleva a estos personajes en una búsqueda frenética, que mantiene al lector sin aliento, a un viaje por el desierto de Mali, por la selva Mexicana, el Caribe, Barcelona…

Motivos le sobran para ser un rotundo éxito de ventas.

El hereje, de Miguel Delibes

Un clásico de la lengua española, una novela imprescindible para los amantes del género y de la buena literatura. Miguel Delibes dejó en El hereje un canto apasionado en favor de la tolerancia y de la libertad de conciencia.

La novela está ambientada en el Valladolid del siglo XVI, en la época de Carlos V. A través de la vida de Cipriano Salcedo, un próspero comerciante relacionado con el movimiento protestante en la Península, Delibes retrata magistralmente la ciudad y sus gentes, sus ambientes, sus paisajes y costumbres.

Las páginas de esta novela son una búsqueda en las relaciones humanas a través de las vidas de unos hombres y mujeres que luchan consigo mismos y con los tiempos que les tocó vivir.

Memorias de Adriano, de Marguerite Yourcenar.

Marguerite Yourcenar publicó este bellísima novela, considerada su obra cumbre, en 1951. Tardó en escribirla casi treinta años, durante los cuales visitó en múltiples ocasiones la preciosa Villa Adriana de Tívoli, la villa, palacio o casi ciudad construida por el emperador en las cercanías de Roma. Memorias de Adriano son las confesiones, consejos y reflexiones del emperador Adriano a su sucesor, Marco Aurelio, que habría de convertirse en un gran emperador, cuyas propias reflexiones recomendamos aquí.

La novela es una reconstrucción de la vida del emperador encuadrada en el contexto histórico en el que surge y se desarrolla, que ya es interesante. Pero, además, es una recreación de la manera en que Adriano ve y se relaciona con el mundo. Un retrato de su filosofía de vida.

Esta joya de la literatura, traducida al castellano por Julio Cortázar, es un imprescindible para los lectores de novelas históricas. Y si te gusta su estilo te interesará también este libro, que recopila todos los cuentos de la autora.

El húsar en el tejado, de Jean Giono

De Giono comentaba Henry Miller: Como Faulkner, Giono ha creado su propio territorio, un espacio mítico mucho más cercano a la realidad que cualquier manual de geografía o historia. Si tuviese que elegir entre Francia y Giono, me quedaría con Giono.

El húsar en el tejado es la historia que protagoniza Angelo Pardi, un joven aristócrata piamontés y coronel de húsares que atraviesa la Provenza durante una epidemia de cólera en el siglo XIX. En su viaje es acusado de envenenar las fuentes y se refugia en los tejados de la ciudad. Desde la atalaya de sus escondites contempla la tragedia de la muerte asolando los bellísimos parajes. En su huida le acompaña una enigmática mujer que llena de aventuras esta novela histórica de Jean Giono. El amor del autor por la Provenza, inunda sus páginas. Novela influida, como toda la obra de Giono por Stendhal.

En un mundo sórdido en el que domina el dolor, la historia del protagonista del húsar en el tejado es la de un hombre fiel a sí mismo y a los ideales caballerescos.

Gala-Dalí, de Carmen Domingo

Gala-Dalí es un retrato de 360 páginas de Gala, la mujer que fue mucho más que la compañera y la musa de un artista genial y excéntrico. El propio Dalí, le otorgó la co-autoría de sus obras firmando a partir de 1950 como Gala-Dalí.

Carmen Domingo se pasea por la figura de la mujer en el siglo XX de la mano de Gala, una mujer de adelantada a su tiempo, con un sentido profundo de lo que es la libertad. Inspiradora de dos artistas surrealistas: Paúl Éluard y Salvador Dalí. Con ambos se casó. Dejó al primero y a su hija por Dalí, y su presencia en la obra de ambos es ineludible. En palabras de Dalí:

“Firmando mis obras como Gala-Dalí no hago más que dar nombre a una verdad existencial, porque no existiría sin mi gemela Gala“.

Instigadora de su obra, alma del marketing que generó una auténtica fortuna. Gala corregía cuadros del genio y también sus escritos. En lo personal juntos supieron crear un universo único y extravagante. Tuvo muchas relaciones consentidas por él que siempre la amó.
“Amo a Gala más que a mi padre, más que a mi madre, más que a Picasso y más incluso que al dinero”.

Volavérunt, de Antonio Larreta

Antonio Larreta propone un viaje al ambiente cortesano del siglo XIX y nos acerca a una de las figuras esenciales del arte español: el pintor Francisco de Goya y Lucientes.

Premio Planeta de 1980, Volavérunt narra las extrañas circunstancias que rodearon la muerte, en 1841, de la Duquesa Cayetana de Alba. Siguiendo el hilo de una serie de cartas escritas por Godoy, desde su exilio italiano, cuarenta años después de que la Duquesa apareciera muerta en su cama, a la mañana siguiente de una noche de fiesta. En aquella fiesta, estuvieron presentes muchos personajes históricos, como el mismo Godoy y el amigo de Cayetana, el pintor Francisco de Goya.

Un relato ágil que va descubriendo una trama de intrigas y relaciones que unían a los personajes históricos de esta novela narrada con una extraordinaria habilidad narrativa, en la que cualquiera puede ser el culpable.

Juliano el Apóstata, de Gore Vidal

Cuando el cristianismo ya se había impuesto como religión oficial en el Imperio romano, cuando por todo el mundo mediterráneo ardían los viejos templos y se alzaban, arrogantes, las nuevas catedrales, llegó al poder un emperador con el firme propósito de revertir el proceso, de detener el avance de la religión cristiana y reinstalar a los viejos dioses en el Olimpo.

Gore Vidal cuenta la apasionante historia de Flavio Claudio Juliano, sobrino de Constantino el Grande, haciendo gala de verdadera erudición y de un gusto literario que mezcla la narración en primera persona con el género epistolar. Con la tensión de un thriller y su habitual maestría narrativa, Vidal da voz a las mentes más brillantes de la época, como los filósofos Libanio y Prisco, mientras nos pasea por los escenarios del poder de una etapa tan desconocida como trascendental.

El peregrino, de Jesús Torbado

El Camino de Santiago, al que hoy acuden millones de peregrinos cada año, era en el año mil algo muy distinto. Un espacio inseguro y peligroso, construido al trasiego de gentes de fe, avispero de pícaros y maleantes y escenario de poder y tensión entre reyes y aspirantes a serlo.

En este riquísimo trasfondo construyó el sevillano Jesús Torbado una de las mejores novelas históricas ambientadas en España. Imbuida de un realismo irreverente y sórdido, por ella pasean representantes de todos los grupos sociales, desde muertos de hambre a obispos y reyes. Entre todos componen un fantástico relato, que se aleja de tópicos costumbristas tanto como de idealismos patrióticos.

El príncipe desvelado, de Alberto Cousté

Personaje desconocido, Segismundo Malatesta fue un condottiero lanzado al peligroso juego del poder en la Italia del Renacimiento, una época descarnada que deja al Juego de Tronos de G.R.R. Martin en simple calentamiento.

Malatesta tuvo un enemigo pertinaz y constante, Federico de Montefeltro, el duque de Urbino, célebremente retratado, junto con su esposa, por Piero della Francesca. El resto de reyes y príncipes de Italia fueron sus amigos y también sus enemigos, en función de la época y la dirección del viento.

Convirtió Rimini en una corte cultural, atrajo a los mejores pintores y escritores y los puso a cantar sus gestas. Hoy se pueden ver aún los efectos en el bellísimo, pero incompleto, Templo Malatestiano de Rimini, una de las grandes y más desconocidas joyas del Renacimiento italiano.

El príncipe desvelado, subtitulado Libro de las horas y batallas de Segismondo Malatesta, del argentino Alberto Cousté, es una de esas novelas históricas entretenidas y fáciles de leer, que recorre, con rigor y con encanto, toda la vida de este personaje de apellido novelesco y ambición sin límites.

Los pilares de la tierra, de Ken Follet

Clásico ya entre las novelas históricas, la gran obra de Ken Follet no será la de mayor calidad literaria, pero es sin duda un excelente mirador desde donde observar el funcionamiento de la sociedad medieval. Novela gigantesca, fruto de una ambición descomunal, cuenta la historia de diferentes personajes de todas las capas sociales: doncellas caídas en desgracia, monjes emprendedores, obispos corruptos y nobles crueles. Pero el personaje principal es una catedral gótica, en cuya construcción se cruzan todos los destinos.

Los pilares de la tierra tuvo una acertada continuación en Un mundo sin fin, y recientemente se ha publicado una tercera entrega, titulada Una columna de fuego, ambientada ya en la Edad Moderna.

El nombre de la rosa, de Umberto Eco

También ambientada en la Edad Media, El nombre de la rosa es quizá la más famosa de las novelas históricas. Su tratamiento de la Edad Media es mucho más complejo que el de Follet. Su escritura es más rica y su mensaje más profundo. Eco fue un experto en semiótica y filosofía medieval y su erudición se hace notar en cada página. Aborda cuestiones teológicas y filosóficas, cita textos de Aquino y de Aristóteles, describe pinturas y esculturas llenas de significados ocultos, así como invenciones científicas y oscuras costumbres.

Lo sorprendente es que todo lo hace fácil para el lector. El nombre de la rosa no es un libro difícil y es un verdadero deleite para el amante del arte o de la historia, de la filosofía o de la arquitectura, de la religión o, simplemente, de la buena literatura.

El interesado también disfrutará de una breve y mucho menos conocido opúsculo en el que Eco explica cómo la escribió y en el que sorprende su atención al detalle y su práctica minuciosa. ¡Tardó un año en empezar a escribir, una vez tenía ya toda la trama en la cabeza, porque quiso diseñar hasta la última estancia y el último escalón de la abadía en la que transcurre la novela! Y eso que se inspiró en una abadía real.

Benito Cereno, de Herman Melville

Obra de uno de los más grandes, Benito Cereno es mucho más que una novela histórica. Es una novela de terror y de misterio y de aventuras. Es también una novela simbolista, cuyo significado, como quería el propio autor, es inalcanzable. Ya había dejada clara, al respecto de Moby Dick, su oposición a que «cualquier ignorante de tierra adentro» explique la novela «como una monstruosa fábula o –lo que es todavía peor y más detestable–, como una repugnante e intolerable alegoría». Justo lo que ha dejado de hacerse desde su publicación.

En Benito Cereno cuenta Melville la historia de un buque norteamericano capitaneado por un marino de buen corazón, Amasa Delano, que se topa en las costas de Chile con un navío español, el Santo Domingo, que parece desvalijado y casi a la deriva. Presa de su buen espíritu, Delano se lanza a ayudar, pero pronto descubre que a bordo del Santo Domingo pasa algo extraño y preocupante.

Se trata de una novela breve y sencilla, pero primorosamente elaborada. Juan Benet la elogió sin medida y recalcó precisamente su altísimo valor literario, la capacidad del autor de crear una atmósfera malsana y agobiante de forma sutil y no explícita, como hacen los grandes. Valga un ejemplo:

A lo lejos, libre del influjo de la tierra, el Océano, de color plomizo, parecía lastrado y postrado, extinguida su vida, ausente el alma, muerto ya. Pero la corriente costera en que estaba inmersa la embarcación iba cobrando mayor fuerza, arrastrándola en silencio cada vez más lejos, hacia las aguas quietas de mar adentro.

Difícil de encontrar hace unos años, hoy Benito Cereno se encuentra, por fortuna, en varias ediciones. Nuestra favorita es esta preciosa edición ilustrada de Alba Clásica, pero también se puede encontrar en la siempre cuidada edición de Cátedra, colección Letras Universales, junto a otros títulos melvillianos tan apetecibles como Bartleby el escribiente y Billy Budd.

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