Los 15 mejores cómics para encontrar algo diferente

El de los cómics es un mundo que ha ido ganando presencia en el sector editorial español durante los últimos años. Se debe, en buena medida, al músculo de DC y Marvel en Hollywood, y a que Japón nos sigue inspirando con sus mangas. Son dos tradiciones que ha adquirido fuerza en España y han ampliado el mercado, algo que favorece que salgan a la luz joyas de una tradición menos mediática, la Europea.

Lo cierto es que el cómic tiene un problema difícil de manejar: hay tantos y con series tan largas (algunas incluso se reinician cada ciertos años) que es complicado saber por dónde empezar. Por si fuera poco, cargan con el sambenito de que son para niños, algo que, sencillamente, no es verdad.

Prueba de ello es que en las librerías hay cómics para todos los gustos, y para todas las edades. Es normal que nos enganchemos a ellos en nuestra más tierna infancia, pero hay todo tipo de productos como para mantenernos leyendo viñetas toda una vida. Es algo que nos puede llevar por muchos géneros, a otras culturas (como la japonesa) y, por qué no, a aprender a dibujar.

Pero la pregunta central para alguien que quiera volver al cómic o empezar permanece intacta: ¿por dónde empiezo? En esta lista te ofrecemos una posible solución con una selección de los cinco mejores cómics de las principales tradiciones. Faltan muchas de las «indispensables», pero hemos querido priorizar obras esenciales que, por lo general, no formen parte de series interminables con la idea de que sean accesibles. Vamos a ello.

Cómics estadounidenses, no solo superhéroes

Si antes decíamos que las editoriales estadounidenses del cómic (principalmente Marvel y DC) son las estrellas de Hollywood, también lo son del mercado editorial. Son las más publicadas en España (de fuera) porque siempre han sido populares y porque, por si fuera poco, ahora sus superhéroes arrasan en taquilla. Pero son mucho más que eso, tanto si buscas historias de personajes míticos como obras diferentes, esta selección busca ofrecerte un poco de todo.

Watchmen, de Alan Moore y David Gibbons

¿Quién vigila a los vigilantes? Probablemente una de las preguntas más antiguas, y pertinentes, desde que hay personas o grupos con poder que vigilan por nuestro bienestar. Policías, militares, espías o ministros, ¿quién los vigila a ellos, quién se encarga de que no se aprovechen de sus poderes extraordinarios?

Muchas preguntas para introducir un «simple» cómic, pero es que Watchmen es de todo menos «simple», y es que la obra de Moore, dibujada por Gibbons, bebe de las ideas de Max Weber sobre el ejercicio del poder. Aceptamos a la autoridad, aunque no siempre moralmente, especialmente si no ostentamos ese privilegio.

Moore retrata aquí a un grupo de superhéroes encargados de la seguridad de Estados Unidos. Una autoridad que, en un principio, es aceptada sin rechistar. No obstante, los problemas comienzan a aparecer, y la autoridad de estos superhéroes, mucho más humanos y menos idealistas de lo habitual, empieza a ser cuestionada. Porque, en el fondo, ¿quién los vigila? ¿Quién nos asegura que no sean abyectos y corruptos?

Moore hace una deconstrucción del fenómeno de los ídolos, sean del tipo que sean, que son idolatrados como dioses al principio, pero caen en desgracia conforme las masas comienzan a ver sus imperfecciones. Del mismo modo, realiza una afilada crítica a los Estados Unidos de los 70 para avisar al lector: aquellos problemas (principalmente Vietnam y los derechos civiles), pueden volver a aparecer si no se vigila al vigilante.

Watchmen, además de tocar una temática apasionante y siempre de rabiosa actualidad, es condenadamente entretenido. Buenos personajes y una trama que atrapa han conseguido que las grandes firmas del cine y la televisión se peleen por sus derechos, y nos hayan dejado cintas como la de Zack Snyder y series como la de Damon Lindelof. Pero, honestamente, no hay nada como la obra original en viñetas, uno de los mejores cómics de la historia, publicada en español con mimo en una edición integral.

The Sandman, de Neil Gaiman

Sandman es Morfeo, el señor del sueño. Ha estado encerrado varias décadas por una familia de magos del plano terrenal. Tras su larga ausencia, sus dominios están en estado de anarquía y, una vez consigue escaparse, debe volver a poner orden. Por si fuera poco, también tiene que buscar varios de sus objetos más preciados, pues se los han robado.

Contado así, The Sandman podría parecer cualquier cosa, como una aventura heroica pseudomitológica, lo que en parte es. Pero esa es la base que le permite a Gaiman adentrarse en todo tipo de temáticas y llevarnos a lugares que nunca habríamos imaginado.

Gaiman es, de por sí, un autor bastante místico y diferente dentro del mundo del cómic, con un enorme interés por la mitología (no puedes perderte su Mitos nórdicos, sobre los dioses vikingos), la religión y la filosofía. Su obra se aleja bastante del típico género estadounidense de superhéroes al que estamos acostumbrados. Es, prácticamente, sui generis.

Y lo mejor de todo es que con Gaiman, y especialmente con The Sandman, no se trata solo de que toque temas que no son del todo habituales en el cómic estadounidense, sino cómo los trata y los cuenta. Ofrece una trama que, como decíamos, es de base interesante, y la presenta de una forma tan poética que es tremendamente sugestiva y evocadora. Unido a un apartado gráfico que hipnotiza, la obra de Gaiman es, sencillamente, indispensable, y uno de esos cómics que están ahí para recordar que no, no son sólo cosa de niños.

Sin City, de Frank Miller

Otro de esos cómics que demuestran que en este mundillo hay de todo es Sin City o, para el caso, cualquiera de Frank Miller. El autor es bueno creando tramas, personajes y, por si fuera poco, es fantástico dibujando.

Sin City no es una historia, es muchas historias que forman, una a una, la identidad de Badin City, la ciudad a la que Miller llama Sin City, ciudad del pecado. En una ciudad tan corrupta, podrida y oscura, la gente que la habita es corrupta, podrida y oscura. Aunque siempre hay algo de color.

No lo mencionamos por azar. Las páginas de Sin City son puro contraste, en negro y blanco más que un blanco y negro, algo que otorga a las viñetas un aspecto furioso, casi violento. Pero en esa violencia y oscuridad hay pequeños destellos de color, destellos que remarcan alguna cualidad de los personajes, que son auténticos antihéroes.

No es un cómic que toque temas complejos con profundidad o que lo haga de forma inesperada. Donde más sorprende Sin City es en el dibujo, que es absolutamente chocante en el mejor de los sentidos. De todos modos, a través de las diferentes historias, Miller consigue mostrar al lector cómo a veces hay bondad en la más oscura de las realidades. Es casi una novela negra en viñetas, un cómic perfecto para devorar en una noche lluviosa.

V de Vendetta, de Alan Moore y David Lloyd

Era difícil no sacar otro cómic de Moore en esta lista, y es que sencillamente es uno de los grandes. Además estamos ante una obra con una amplia popularidad entre los jóvenes y que algunos han convertido en todo un icono de la lucha frente a la opresión.

Y es que de eso va precisamente la historia, que es prácticamente una distopía en viñetas. A finales de los 90 el mundo se encuentra en medio de una guerra nuclear y Gran Bretaña ha caído bajo un gobierno totalitario. Un terrorista enmascarado, llamado V, lucha desde las sombras para restablecer la libertad.

A Alan Moore le gusta lo político y en V de Vendetta no cambia tanto su mensaje, aunque en Watchmen es considerablemente más profundo y maduro, y quizás más apropiado para una audiencia más adulta. Es por eso que V de Vendetta es uno de los cómics preferidos de los adolescentes cuya consciencia política empieza a despertar.

Ya en su momento fue un cómic exitoso, pero sin duda la fama total y absoluta le llegó cuando se estrenó su adaptación cinematográfica. Fue entonces cuando muchos jóvenes comenzaron a usar la máscara de Guy Fawkes, que acabó como símbolo del grupo hacker Anonymous.

Pero dejando a un lado su influencia en la juventud, V de Vendetta es un cómic muy entretenido e interesante. No sólo es interesante por lo que tiene que contarnos sobre la lucha contra el totalitarismo, sino porque a Moore también le gusta dejar muchas referencias a otras obras de la literatura universal y a figuras históricas (como el propio Guy Fawkes). Y es fantástico para empezar a adentrarse en ese área del cómic que va más allá de los superhéroes.

The Dark Knight Returns, de Frank Miller

A pesar de que hemos querido mostrar cómics estadounidense que se alejaran un poco de los personajes más conocidos gracias a la gran pantalla, no podíamos cerrar esta lista sin tocar alguno, y qué mejor que por uno de los superhéroes más queridos y que mejores críticas ha conseguido en viñetas y en el cine.

Hay varias generaciones que se han criado leyendo o viendo Batman en diferentes formatos; las películas de Tim Burton, las series animadas, las más recientes películas de Christopher Nolan o cualquiera de sus publicaciones en papel, que no son pocas.

Y he aquí el problema de prácticamente todos los cómics de superhéroes: ¿por dónde empiezo? Aunque «por el principio» suele ser una buena respuesta, te proponemos uno diferente y absolutamente memorable, firmado, como no puede ser de otro modo, por Frank Miller.

Aquí vemos a un Bruce Wayne en sus últimos años que vuelve a enfundarse su traje de Batman para combatir, una vez más, la decadencia de Gotham City. Siniestro, pesimista y oscuro son adjetivos que van bien a este cómic. Frank Miller capturó a la perfección la esencia del personaje y lo llevó a nuevas cotas, uno de los motivos por los que es uno de los mejores cómics que puedes leer.

Cómics europeos, intimismo y sencillez

Aunque la fama debida a la gran pantalla hace del cómic estadounidense la estrella de las librerías, la tradición europea también cuenta con una importante legión de fans y algunas de sus obras han sido adaptadas a otros formatos con bastante éxito. El ritmo, los temas, el dibujo y los personajes son muy diferentes al estadounidense y, una vez más, hay para todos los gustos.

Las aventuras de Tintín, de Hergé

Tintín es otro de esos cómics que ha estado con nosotros durante casi incontables generaciones. De la tradición franco-belga, este carismático aventurero vio la luz a finales de los años 20 y desde entonces ha alimentado las ganas de aventuras de toda clase de niños, adolescentes y adultos. Es una de las claves del éxito de Tintín; nos atrapa en nuestra más tierna infancia y es un compañero de viaje que se queda toda una vida con nosotros.

Hergé nos puso en la piel de este intrépido periodista, que viaja por el mundo junto a su perro Milus y comparte muchas de sus aventuras con personajes secundarios absolutamente memorables, como el capitán Haddock.

Sencillo, con buenos personajes y un estilo fresco, son algunas de las claves que convirtieron a Tintín en todo un éxito mundial desde los primeros años de su publicación, y que ha conseguido que todavía haya fans acérrimos de este cómic belga.

El problema, como con otros cómics de larga duración, es por dónde empezar, ya que el primer número ni siquiera se encuentra en catálogo en España. Por suerte, es una de esas series en las que puedes empezar prácticamente por donde prefieras, ya que cada número es una historia diferente. Para los fans que ya lo conozcan hay packs muy interesantes como éste, pero si quieres empezar, te recomendamos uno de los números más icónicos de nuestro periodista aventurero favorito.

El Incal, de Alejandro Jodorowsky y Moebius

La obra que tenemos entre manos es una de esas difíciles de catalogar. Pertenece a la ciencia ficción, al cómic de tradición francesa, al cyberpunk y al surrealismo. La firma de Jodorowsky y Moebius ya indica con claridad que no estamos ante algo común.

El Incal es la historia de un detective que no destaca precisamente en mucho. Ayudado por un pájaro, es capaz de adentrarse en terrenos metafísicos en los que investiga, y su investigación lo llevará a una impresionante aventura galáctica. Es el clásico camino del héroe en el que un don nadie encuentra su valor y, en definitiva, su realización personal.

Todo esto ocurre en un mundo claramente cyberpunk, especialmente por la sociedad en la que vive el protagonista. No obstante, no es una historia que nadie pueda decir que es típicamente cyberpunk ni, a decir verdad, típicamente nada. El Incal es casi su propio género, con algunos de esos elementos en común en esta lista, y es una rareza que merece la pena leer.

Píldoras azules, de Frederik Peeters

Aquí nos vamos a miles de kilómetros de distancia del cómic de aventuras y grandes personajes o, mejor dicho, nos vamos a aventuras más cotidianas e íntimas, pero igualmente con personajes de una talla enorme.

Frederik Peeters cuenta aquí la historia de su relación con Cati y su hijo, ambos seropositivos. Las cosas comenzaron cuando eran jóvenes, pero entonces el amor no terminó de eclosionar. Años después, coincidieron de nuevo, ella estaba separada y tenía un hijo y él intentaba a duras penas ganarse la vida como dibujante.

Sus vidas siguieron entrecruzadas y Cati le confesó que tanto ella como su hijo tenían el VIH, una dura realidad que no estropeó su relación. Píldoras Azules cuenta todo eso de una manera natural, íntima y a veces cómica. Peeters no trata de hacer autoayuda ni un drama lacrimógeno o victimista, muy al contrario, es una celebración del amor y de la vida. Un cómic hecho con sencillez que le valió la aprobación de la crítica y que es difícil no recomendar.

Los surcos del azar, de Paco Roca

El cómic español también tiene una tradición de importancia en nuestro país, que se remonta a absolutos clásicos como El Capitán Trueno, 13 Rue del Percebe o Mortadelo y Filemón. Pero más allá de esos grandes, los dibujantes españoles siguen dando guerra y dejando al público cómics que no tienen nada que envidiar a los de otras tradiciones.

Uno de los que más fans ha conseguido en los últimos años ha sido Los surcos del azar, la historia de la Nueve, una compañía francesa de la Segunda Guerra Mundial compuesta en su mayoría por republicanos españoles. Y lo hace a través de los recuerdos de Miguel Ruiz, quien integró dicha compañía.

Para ellos todo empezó durante la Guerra Civil española, y el combate no terminó hasta ocho años después en Francia. Formaban parte de la división blindada del general Leclerc, y sus carros de combate se llamaban «Madrid», «Don Quichotte» o «Ebro». Fueron ellos los primeros que entraron en París en 1944, algo por lo que fueron reconocidos, aunque no ha sido hasta hace poco que han alcanzado cierta fama entre el gran público aficionado a la historia.

Los surcos del azar es, ante todo, una historia bien contada y dibujada con delicadeza. Es una forma diferente y válida (ha sido revisada para pulir errores) de conocer otro capítulo de nuestro pasado, y una forma que cada vez tiene más adeptos. El cómic es una herramienta con una enorme fuerza para contar historia, y Paco Roca lo demuestra aquí con maestría.

Persépolis, de Marjane Satrapi

Aquí llegamos al que es quizás uno de los cómics europeos de mayor fama internacional, tanto que ya es todo un clásico. Es prácticamente una autobiografía de la autora, y es una de esas que sirve para entender mejor un periodo histórico, el del Irán de los 70 y los 80.

Por supuesto, es una forma de acercarse a este momento desde la perspectiva de la autora, que además es muy particular. Su bisabuelo fue el último rey persa de la dinastía Qadjar y, aunque no formaran parte de la realeza, su familia estaba bien acomodada en Irán. Sus padres, progresistas y partidarios del laicismo, la habían educado al modo occidental, lo que siempre diferenció a Satrapi del resto de niños.

A finales de los 70, el régimen del sha cayó y dio paso a una república islámica. En Persépolis, Satrapi cuenta cómo su familia percibió aquel cambio que, en un principio, esperaban que fuera a mejor. Sin embargo, poco tardaron en comprobar que no trajo nada bueno.

Satrapi cuenta todo esto con un dibujo sencillo pero poderoso, y siempre en blanco y negro para no robar importancia al texto. Publicado el año 2000, ya siendo adulta, refleja lo que la revolución iraní supuso para la niña que entonces era. Sencillo, íntimo, directo y con un importante interés histórico. Persépolis es un cómic que no te puedes perder.

Mangas japoneses, épica y cotidianidad

El mundo del manga es otro que ha crecido en España, las historietas japonesas tienen su propia forma de contar historias y su propio tipo de historias. Aunque los más famosos suelen ser Dragon Ball, One Piece o Death Note, al igual que en el resto de tradiciones, en Japón hay cómics para todos los gustos. Allí se llaman manga, se leen de derecha a izquierda y se venden por tomos. Te recomendamos cinco clásicos del seinen (para adultos) de lo más variados.

Akira, de Katsuhiro Otomo

Es imposible hacer una lista con los mejores mangas (y cómics) y no nombrar Akira, porque habría que nombrarlo aunque estuviese descatalogado. Lo que consiguió Otomo con estas viñetas fue mucho más que una gran obra, fue un clásico instantáneo que traspasó las fronteras japonesas y ayudó a iniciar la pasión por el manga y el anime fuera de Japón.

Pero, ¿por qué es una obra tan recomendada? Para empezar, argumento y ambientación son interesantísimos. En 1988 una gran explosión desencadenó una guerra nuclear y la sociedad que surgió de esas cenizas no es precisamente utópica. En 2030 vemos una Neo-Tokio terrible, un futuro en el que el desempleo y la violencia campan a sus anchas, el terrorismo está al orden del día y las sectas religiosas captan gente desesperada.

La tecnología ha seguido avanzado pero la vida no es, ni mucho menos, más fácil o placentera. En este panorama, Otomo nos presenta a Tetsuo, miembro de una banda de moteros que se verá implicado en una intrincada trama digna del mejor thriller. Y, de fondo, también tienen mucha presencia temas más profundos como la existencia humana y la divinidad. Es, sin duda, uno de los mejores mangas seinen de todos los tiempos.

Y no sólo las ideas son buenas, es que están bien ejecutadas. Otomo, además de mangaka, es filmógrafo, y se nota. Las viñetas de Akira son prácticamente el guion de una película fotograma a fotograma, son tomas dibujadas, y dibujadas con maestría. La brillantez de Otomo fue tal que, no creó, pero sí sentó buena parte de las bases estéticas y filosóficas del género cyberpunk que vino después (como Ghost in the Shell).

Además supo retratar las preocupaciones del momento. Los 70 y los 80 fueron un tiempo en que una parte de la población mundial vivió con preocupaciones sobre el futuro. ¿Hacia dónde nos llevaban tantas mejoras tecnológicas y las carreras nucleares y espaciales? De aquellas décadas nacieron algunas de las mejores obras del temor a un apocalipsis que lo cambiara todo. Pero Akira se ha mantenido actual durante más de treinta años porque supo tocar las teclas adecuadas y fue un manga absolutamente innovador.

En España ha tenido diferentes ediciones, todas impresas en sentido occidental (de izquierda a derecha, porque así lo quiso Otomo). Así es, actualmente, la edición que se puede encontrar al completo, aunque la misma editorial está publicando una original (respetando el sentido japonés de derecha a izquierda) con los bordes de las páginas amarillos, algo característico de la edición japonesa. También hay una película, del propio Otomo, que difiere en algunas cosas del manga pero que contiene spoilers si quieres leer la historia antes.

El lobo solitario y su cachorro, de Kazuo Koike

Es el manga más antiguo de esta lista, que comenzó a publicarse en 1970 y terminó, con 28 tomos, en 1976. Pero, más que eso, es una de las obras más queridas dentro y fuera de Japón, y ha influenciado más allá del mundillo del manga y el anime, tanto que es todo un clásico del cómic internacional.

Cuenta las andanzas de un samurái rōnin (sin amo) y su hijo de tres años. A esta situación llegó tras ser traicionado por el clan Yaygū. Antes, Ogami Itto, nuestro protagonista, gozaba de una buena vida al servicio del Shogun, del que era su verdugo, un empleo desagradable pero prestigioso y honorable.

Pero el clan Yaygū le tendió una trampa en la que asesinó a toda su familia menos a su hijo recién nacido y, por si fuera poco, lo llevó a caer en desgracia. Itto puso delante del bebé una pelota y una espada, y el niño, Daigorō, gateó hasta la segunda. Desde entonces juró venganza y se encomendó a vagar por Japón con su hijo a cuestas en busca de los miembros del clan Yaygū, a los que planea asesinar.

Koike dibujó uno de los mejores mangas de la historia, que inspiró a otros que vinieron después, como Rurouni Kenshin. Pero su influencia traspasó Japón y el mundo del manga y el anime. Basadas en El lobo solitario y su cachorro aparecieron hasta ocho películas, una de ellas, Shogun Assassin, de Robert Huston, aparece en una de las escenas de Kill Bill Vol. 2, algo que no sorprenderá a los fans de Tarantino.

A pesar de lo antiguo que es, en español tenemos la suerte de contar con una cuidadísima edición en 20 tomos de Planeta. Respeta la publicación japonesa y su sentido de derecha a izquierda, en lo que es un lujo a la altura de este clásico.

Ghost in the Shell, de Shirow Masamune

Ghost in the Shell es una de las obras más aclamadas dentro y fuera de Japón, y es recomendable para curtidos lectores de manga como para quienes no suelen leer cómics de ningún tipo.

Ambientado en un futuro cyberpunk, el manga se centra en la historia de Motoko Kusanagi, una cyborg de la Sección 9 de la policía. Con un cuerpo artificial y un cerebro humano mejorado, dirige las operaciones encubiertas de dicha sección, que se centra en crímenes tecnológicos.

Bajo este precepto, Masamune desarrolla un thriller futurista de espionaje que se adentra en reflexiones clásicas de la ciencia ficción: cuáles son las consecuencias éticas y filosóficas de unir el ser humano y la máquina, quiénes somos y qué determina nuestra existencia.

El manga se convirtió en todo un éxito que traspasó las fronteras japonesas, especialmente desde que Mamoru Oshii tomase las riendas de las películas animadas, tan recomendables como la historia original impresa (eso sí, son adaptaciones, no siguen de manera fidedigna el manga). La cosa llegó tan lejos que incluso se hizo en 2017 una película de alto presupuesto protagonizada por Scarlett Johansson, aunque muchos fans no la consideraron parte del «universo Ghost in the Shell», no obstante, tiene sus defensores.

Con estos temas profundos y serios, se trata de un manga seinen que, como indicábamos arriba, cualquier tipo de lector puede disfrutar. Lo mejor, para quienes se atormenten ante la idea de entrar en una saga de numerosos tomos, es que son sólo tres. Cuyo orden sería el siguiente: el primero, que enlazamos abajo, seguido de 2.0 Man-Machine Interface y finalmente 1.5 Human Error Processer.

Old boy, de Garon Tsuchiya

Shinichi Gotō vive con unas condiciones horribles en una prisión ilegal sin saber por qué fue secuestrado y encarcelado. Pasa sus días volviéndose completamente loco año tras año. Un día, tras diez años sin ver la luz, se despierta en libertad. Comienza así una de las historias de venganza y redención más cruda y bonita jamás escrita.

Se trata de un manga que pronto llamó la atención de la crítica y el público, y se ha convertido en toda una obra de culto. Es un thriller que no te deja respirar, que te horroriza y te conmueve. Si pensabas que el manga sólo eran aventuras imposibles de adolescentes, tienes que leer Old boy.

Fue tan aclamado por la crítica que incluso ha inspirado al mundo del cine. En 2003, el reputado director surcoreano Park Chan-wook la adaptó a la gran pantalla en una cinta homónima, premiada y alabada por la crítica y el público. La puedes comprar aquí en DVD.

Por suerte, en español tenemos disponible una buena edición de Debolsillo en sólo tres tomos a un precio más que razonable. Si buscas calidad y ni te planteas adentrarte en un manga de decenas de volúmenes, Old boy es, sin duda, una de las mejores opciones.

El hombre sin talento, de Yoshiharu Tsuge

Aquí estamos ante un manga «de autor» que es todo un clásico y una verdadera rareza en las estanterías españolas. Tsuge cuenta historias cotidianas, a menudo reales e incluso autobiográficas, base que utiliza para reflexionar sobre el pasado, la sociedad de su momento y qué traerá el futuro.

Este manga del 84 fue totalmente innovador en su momento, y sigue reverenciado como uno de los mejores que se pueden leer. En sus páginas vemos la historia de Sukezo Sukewaga, un hombre que, como el título indica, no tiene talento.

Es un dibujante de manga que no consigue alcanzar el éxito, y trata entonces de vender piedras y cámaras de fotos antiguas. Tal es su desgracia que fracasa en todo y su situación económica comienza a ser agobiante. Tan desesperado está que fantasea con hacerse monje o inventar una cura para las hemorroides, lo que sea para salir de la desgracia.

Esta historia le sirve a Tsuge para viajar por el Japón que surge tras las cenizas de la Segunda Guerra Mundial, una sociedad marcada por las heridas sin cerrar que dejó la derrota y el súbito cambio hacia el consumismo. Si decíamos que Akira retrataba algunas de las preocupaciones del momento, El hombre sin talento lo hace de una forma completamente cotidiana, y también profundamente surrealista.

El manga es autobiográfico hasta cierto punto, ya que Tsuge no terminaba de alcanzar el éxito y una estabilidad económica. Es, en cierto sentido, un autor maldito, que en 1987 publicó su último manga y se retiró de la sociedad para vivir en tranquilidad con su familia. Por suerte, y a pesar de algunos problemas psicológicos, ha continuado trabajando para reeditar sus magníficas obras, que han traspasado las fronteras japonesas y llegado, con una gran recepción, a España.

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