Los mejores libros de Platón, más fáciles y divertidos de lo que crees
Dicen que toda la historia de la filosofía es una serie de notas a pie de página a los libros de Platón. Es una exageración, pero ilustra bien la importancia nuclear que tuvo este filósofo ateniense. Lo que quiere decir, en el fondo, es que Platón puso sobre la mesa todos los temas de discusión que la filosofía puede abordar, y que lo que han hecho sus sucesores desde entonces es dar vueltas, una y otra vez, sobre lo mismo.
Todo comenzó en Grecia, en el siglo IV antes de Cristo: y empezó con un hombre muy especial que hacía demasiadas preguntas. Vivía en Atenas, la ciudad más importante de aquel territorio, que no estaba gobernada por un rey o un emperador como tantas otras del mundo antiguo. No, Atenas tenía un tipo de gobierno distinto a todos los otros, recién inventado: se llamaba democracia.
Así comienza Fernando Savater (de quien aquí tienes una lista con sus libros esenciales) su Historia de la Filosofía sin temor ni temblor, y así empiezan, en realidad, casi todas. Con Sócrates, que es como decir con Platón.
Porque los libros de Platón hablan del amor, de la belleza, de la justicia, de la inmortalidad del alma, de la mejor forma de gobernar una ciudad. En realidad, hablan de todas las cosas que han sido, son y seguirán siendo importantes, las que ni el avance tecnológico ni el desarrollo de la ciencia podrán resolver.
La filosofía para Platón es el camino hacia la filosofía. No es una serie de esquemas vacíos, que brotan, sin contraste, desde el silencio de la subjetividad, sino que se piensa discutiendo, haciendo enredar el hilo del pensamiento en las argumentaciones de los otros para, así, afirmarlo y contrastarlo.
Lo más curioso de Platón es que pocas veces habla él mismo, y que sus libros son en realidad diálogos. Cuando uno abre un libro de filosofía espera encontrar un tratado, casi siempre abstruso y difícil de leer, con índices interminables, largos exordios y complejas explicaciones. En los libros de Platón no hay nada de eso. Sus libros son en realidad narrativos, y la mayor parte de sus páginas las ocupan diálogos entre Sócrates, que fue su maestro, y otros filósofos de distintas escuelas.
Los críticos se han preguntado a lo largo de siglos cuál es la mejor manera de leerlos, y la respuesta más común ha sido esta: de forma cronológica. Sin embargo, nunca ha estado muy claro en qué orden escribió Platón sus diálogos. Y aunque así fuera, esta solución no sólo renuncia a ofrecer una lectura propia sino que añade una complicación adicional para el lector, especialmente para quien se aproxima a Platón por primera vez.
Nosotros preferimos la propuesta de William H.F. Altman, diseñó una forma de leer la obra de Platón basada en criterios pedagógicas. Si quieres sumergirse en Platón del todo y emerger al final como un experto, en la página 29 de este artículo encontrarás la propuesta, un itinerario cuidado por los 35 diálogos platónicos, y en las páginas previa encontrarás la explicación.
Si prefieres hacerte una idea general y leer solo los principales, sumérgete en la lista que a continuación te proponemos. Y ten en cuenta que, a excepción de la República y las Leyes, los diálogos platónicos son cortos. Es por eso que las editoriales suelen agruparlos, y en cada volumen incluyen tres, cuatro o hasta cinco.
Índice
Protágoras
Los diálogos platónicos muchas veces llevan por título el nombre de la persona que los protagoniza. En este caso, el famoso sofista Protágoras de Abdera es el que mantiene un diálogo profundo, y a veces tenso, con Sócrates y varios de sus discípulos.
El tema principal es la naturaleza de la virtud, y si ésta puede ser enseñada. El contexto es el de la popularización de los sofistas, esos "sabios" que prometían sacarle brillo al individuo con una educación a la carta, prepararlo para el éxito social, "enseñar el arte de gobernar los negocios privados y públicos", siempre a cambio de una generosa compensación, y a los que Sócrates, mediante sus preguntas sencillas, siempre trataba de cazar en contradicciones.
Pero el Protágoras es también una defensa incontestable del diálogo, del escuchar al otro y estar dispuesto a hacer concesiones, de una filosofía valiente y abierta a la crítica, de dos gigantes del pensamiento que, al final, no dejan de admirarse:
—Sócrates —me dijo entonces Protágoras—, alabo extraordinariamente tu ardor y tu manera de tratar las cuestiones. […] he dicho a quien ha querido escucharme, que de todos los que yo trato, eres tú el que más admiro, y que, entre todos los de tu edad, no hay ninguno que no esté infinitamente por debajo de ti. Añado, que no me sorprenderé, si algún día tu nombre aparece entre los personajes que se han hecho célebres por su sabiduría. En otra ocasión hablaremos de estas materias, y lo haremos cuantas veces quieras.
Si te decides a leerlo encontarás en el Protágoras una dosis importante de pensamientos aplicables a la actualidad. ¿Qué debe enseñarse? ¿Quién debe enseñar? ¿Qué significa "ser un buen ciudadano"? Ninguno de estos problemas estaba resuelto en la antigüedad y sigue sin estarlo hoy día, pero al menos conviene empezar planteando las preguntas correctas. Las que hace Platón.
La mejor forma de leer el Protágoras es en este edición de la Nueva Biblioteca Gredos. Gredos es la editorial de referencia en obras clásicas grecorromanas, y aquí en este libro encontrarás, además del Protágoras, todas las obras de juventud de Platón: Apología de Sócrates, Critón, Eutifrón, Hipias Menor, Hipias Mayor, Ion, Lisis, Cármides y Laques.
El banquete
Es uno de los más bellos libros escritos por Platón y uno de los plancenteros de leer, porque, más allá de su contenido filosófico, aquí Platón desarrolla una narrativa magistral y una polifonía de riquísimos matices.
El tema es el amor. El contexto, por supuesto, un banquete, una agradable cena entre amigos. Los protagonistas: Fedro, joven y por lo tanto inexperto, pero ya cultivado por la filosofía; Pausanias, hombre maduro y ya sabio; Eurixímaco, médico de profesión; Aristófanes, célebre autor de comedias bajo cuyo humor se encuentran ideas profundas; o Agatón, afamado poeta, que se expresa así sobre el tema en cuestión:
El Amor es el que da paz a los hombres, calma a los mares, silencio a los vientos, lecho y sueño a la inquietud. Él es el que aproxima a los hombres, y los impide ser extraños los unos a los otros; principio y lazo de toda sociedad, de toda reunión amistosa, preside a las fiestas, a los coros y a los sacrificios. Llena de dulzura y aleja la rudeza; excita la benevolencia e impide el odio.
Al final llega el turno de Sócrates, que deja atrás los largos discursos de sus comañeros y pone en marcha su mecanismo de preguntas y respuestas cortas para relacionar el amor con la contemplación de la belleza, verdadera fuente de inmortalidad. En la Atenas de su época la tenían a raudales.
Gredos viene publicando ediciones en tapa blanda de las obras más especiales de su catálogo. Es muy recomendable aunque, si lo prefieres, la misma editorial lo tiene publicado en su tercer volumen de Diálogos, nada menos que junto al Fedón y al Fedro, otras dos maravillas.
Gorgias
El Gorgias es uno de los grandes diálogos platónicos y uno de los más comentados. Al igual que el Protágoras, lleva el nombre del "adversario" de Sócrates, Gorgias, de profesión retórico.
¿Qué es la retórica? –pregunta Sócrates. El arte de persuadir por medio del discurso –contesta Gorgias.. ¿Pero –se pregunta pronto Sócrates– sobre qué se ha de persuadir? ¿Si es sobre medicina, no debería ser el médico el que persuada? ¿Y si es sobre gimnasia, no debería ocuparse el maestro en dicho arte? Gorgias contestará que la retórica se refiere a lo justo y a lo injusto, y Sócrates, no contento, seguirá preguntando a quién se intenta persuadir, pues una cosa es hacerlo a gentes instruídas, para lo cual el retórico deberá basarse en la ciencia, y otra hacerlo a gentes incultas, para lo cuál se basará en la creencia.
“SÓCRATES. —Es decir, a lo que me parece, que le harás capaz de hablar sobre cualquier negocio de una manera plausible delante de la multitud, no para enseñarla, sino para persuadirla.
GORGIAS. —Justamente.
SÓCRATES. —Como consecuencia has añadido que, tocante a la salud del cuerpo, se creerá al orador más que al médico.
GORGIAS. —Lo he dicho, es cierto; con tal que se trate de la multitud.
SÓCRATES. —Por la multitud entiendes sin duda los ignorantes; porque no parece que el orador tendrá ventaja sobre el médico delante de personas instruidas.”
Este es sólo el primer intercambio. El diálogo entre Sócrates y Gorgias alcanzará pronto ensamientos elevados y ofrecerá numerosas preguntas, y algunas respuestas, de validez universal.
En cuanto a las ediciones, situación parecida a la de El banquete. Tienes el Gorgias en edición de Rialp, colección Doce uvas (libros preciosos), o en el segundo volumen de Diálogos de Gredos, junto a otros diálogos socráticos como Menéxeno, Eutidemo, Menón y Crátilo.
La República
La República es el más importante de todos los libros de Platón y el que deberías leer si sólo quieres, o puedes, leer uno.
Su tema es la justicia. La pregunta que resuena es: ¿cómo debería organizarse la sociedad para asegurar su correcto funcionamiento?, una cuestión que después de Platón se ha repetido una y mil veces. La respuesta que da es meridianamente clara: o la política se subordina a la moral o la sociedad caerá una y otra vez en los mismos errores, sin importar el partido o la facción que la gobierne.
Lo que más sorprende a los neófitos es el estilo del libro. Quien, por su título, espera un denso tratado sobre política, se suele llevar una agradable sorpresa. La República es uno de los diálogos más largos que escribió Platón pero también es uno de los más entretenidos. Sócrates y sus discípulos van de casa en casa, hablan con unos y con otros, discuten de muy variados temas. Cuanto menos te lo esperas aparecen maravillas de la filosofía occidental, como el célebre mito de la caverna, y teorías políticas que se siguen discutiendo milenios después, expresadas de forma clara, sencilla y agradable.
Imagina un antro subterráneo, que tenga en toda su anchura una abertura que dé libre paso a la luz, y en esta caverna, hombres encadenados desde la infancia, de suerte que no puedan mudar de lugar ni volver la cabeza a causa de las cadenas que les sujetan las piernas y el cuello, pudiendo solamente ver los objetos que tienen enfrente. Detrás de ellos, a cierta distancia y a cierta altura, supóngase un fuego cuyo resplandor los alumbra, y un camino elevado entre este fuego y los cautivos. Supón a lo largo de este camino un tabique, semejante a la mampara que los titiriteros ponen entre ellos y los espectadores, para exhibir por encima de ella las maravillas que hacen.
La República está disponible en el cuarto volumen de Diálogos de Gredos, dedicado en exclusiva a ella. La numeración de las líneas y el carácter erudito de su edición la hacen ideal para estudiantes y para quien se proponga abordar sistemáticamente la obra de Platón. Si no es el caso, son igualmente válidas las ediciones de Austral, con la traducción clásica de Patricio de Azcárate, y la más moderna de Alianza Editorial, que tienes aquí debajo.
Apología de Sócrates
Sócrates, el maestro de Platón que nunca escribió una línea, fue condenado a muerte, y ejecutado, en el 399 a.C., por un jurado ateniense. Atenas acababa entonces de recuperar su régimen democrático y el filósofo fue acusado de no rendir culto a los dioses de la ciudad y de corromper a los jóvenes; en particular, de haber educado a varios de los que luego se convirtieron en líderes entre los enemigos de la democracia, como Critias.
Yo no sé, atenienses, la impresión que habrá hecho en vosotros el discurso de mis acusadores. Con respecto a mí, confieso que me he desconocido a mí mismo; tan persuasiva ha sido su manera de decir. Sin embargo, puedo asegurarlo, no han dicho una sola palabra que sea verdad.
La Apología ecoge el discurso de Sócrates ante el tribunal; un discurso que pudo haber empleado en buscar el perdón pero que dedicó a afianzarse en sus opiniones de siempre, e incluso en burlarse de sus acusadores. Sócrates nunca ocultó su desprecio por la democracia. Nunca dejó de negar el politeísmo. Paradójicamente, tampoco se apartó nunca de la defensa de las leyes y de su cumplimiento, y él mismo luchó por Atenas en batallas como la de Maratón.
Su defensa, que el paso del tiempo ha convetido en icónica, es en el fondo la defensa de la filosofía. Como dijo Patricio de Azcárate:
Sócrates no hubiera aparecido como un gran filósofo si hubiera sido absuelto. Entre otros caracteres, ¿su originalidad no consiste en haber creído en un solo Dios en pleno politeísmo? ¿Y no consiste su grandeza en haberlo dicho, y en haber muerto por haberse atrevido a decirlo?
Austral tiene publicada la Apología en un volumen conjunto, junto al Critón y la célebre Carta VII. La otra opción es esta preciosa edición de Gredos en tapa blanda.
Fedón
El Fedón es uno de los más bellos, y emocionantes, diálogos de Platón. El episodio narrativo principal es, nuevamente, la muerte de Sócrates. En este caso Fedón, uno de sus discípulos, visita al pitagórico Equécrates de Fliunte, que le pide noticias sobre el trágico suceso.
“EQUÉCRATES. —Fedón, ¿estuviste tú mismo cerca de Sócrates el día que bebió la cicuta en la prisión, o sólo sabes de oídas lo que pasó?
FEDÓN. —Yo mismo estaba allí, Equécrates.
EQUÉCRATES. —¿Qué dijo en sus últimos momentos y de qué manera murió? Te oiré con gusto, porque no tenemos a nadie que de Flionte vaya a Atenas; ni tampoco ha venido de Atenas ninguno que nos diera otras noticias acerca de este suceso, que la de que Sócrates había muerto después de haber bebido la cicuta. Nada más sabemos.”
Pronto Fedón da cuenta del debate mantenido ese día, entre Sócrates y sus discípulos, en torno a la inmortalidad del alma, principal tema del diálogo. Un Platón maduro saca aquí a relucir una de sus principales teorías filosóficas, la teoría de las ideas, y escribe un diálogo imbuido de grandeza, del recuerdo de ese Sócrates del que dice que "el más bueno y el más justo de los hombres".
Afortunadamente hay muchas opciones para leer el Fedón. Gredos lo tiene en volumen individual, en tapa blanda, con traducción del gran Carlos García Gual. También, como citamos antes, en edición conjunta con el Banquete y el Fedro, que son otras dos joyas. Por su parte, Alianza también ha publicado recientemente una edición de bolsillo con el Fedón y el Fedro.
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