Ocho libros sobre ETA, del ensayo a la novela, para entender su historia
La banda terrorista ETA actuó en España durante sesenta años, en los cuales cometió 874 asesinatos, causó más de 3000 heridos y llevó a cabo 86 secuestros, amén de un sinnúmero de amenazas y extorsiones. Si tenemos en cuenta la magnitud de esos datos, y más aún la influencia que alcanzó su discurso en la política nacional, no deja de ser sorprendente la escasez de libros sobre ETA. Libros, sobre todo, rigurosos y de calidad.
Desde que se produjo, en 2018, su disolución definitiva, se han publicado un buen número de libros sobre la historia de la banda, se han lanzado biografías de algunos de sus miembros (que hemos preferido, por pudor, no incluir aquí) y se han sacado a la luz algunas historias secretas. Sin embargo, no se han escrito libros de gran calado. Las grandes voces de la historiografía española contemporánea no se han acercado a un tema que, a decir de muchos, sigue siendo dolorosamente cercano y candente.
Quizá sea normal. La historia se hace mejor desde la lejanía, y seguramente habrá que esperar aún un largo tiempo no sólo para que se apaguen los miedos, sino para que se aclaren los argumentos. De momento, entre toda la paja, hemos seleccionado ocho libros sobre ETA que a nuestro juicio ameritan la lectura.
Índice
Cuatro libros sobre la historia y las entrañas de ETA
Los cuatro primeros pertenecen al ámbito de la no ficción: Sangre, sudor y paz cuenta la historia de la principal víctima de ETA, la Guardia Civil; La voluntad del gudari la integra en la más amplia historia del nacionalismo vasco; Yo confieso narra en primera persona la historia de El Lobo y los primeros años de la banda; Las claves de la paz se centra en su final, en las polémicas negociaciones de la banda con el gobierno de Zapatero.
Sangre, sudor y paz: La Guardia Civil contra ETA, de Lorenzo Silva, Gonzalo Araluce y Manuel Sánchez Corbí
Mario Onaindía, uno de los primeros miembros de ETA, enjuiciado en su día en el sumario de Burgos, dijo que si alguna vez el País Vasco conocía la paz sería «en buena medida gracias a la Garcia Civil, que no ha respondido con el ojo por ojo y diente por diente y ha hecho gala de una disciplina heroica».
Este libro, coescrito por el periodista Gonzalo Araluce, el coronel Manuel Sánchez Corbí y el novelista Lorenzo Silva (popular autor de una exitosa y muy buena serie de novelas policíacas), se adentra precisamente en la historia de la lucha policial contra el terrorismo.
La instauración de un régimen democrático en España se hacía cada vez más patente y ETA debatía cuál sería su papel en el nuevo escenario político. […] sí hubo un punto común: la creación de un partido político abertzale impulsado desde ETA y la separación de su actividad política y la armada, pero siempre supeditando la primera a la segunda.
Como explican los propios autores, no se trata de un libro neutral. Publicado en 2017, con el terrorismo ya prácticamente derrotado, lo que plantean aquí es evitar el relato de los dos bandos y construir una memoria histórica literaria que ensalce la labor del colectivo que más sufrió la violencia terrorista, con más de doscientos muertos y muchos centenares de heridos.
La voluntad del gudari: Génesis y metástasis de la violencia de ETA, de Gaizka Fernández Soldevilla
El trabajo más completo y riguroso, hasta la fecha, sobre la historia de ETA es La voluntad del Gudari, de Gaizka Fernández Soldevilla, doctor en Historia Contemporánea por la Universidad del País Vasco.
Con el subtítulo Génesis y metástasis de violencia de ETA, Fernández Soldevilla hace un recorrido completo por la historia del nacionalismo vasco, desde los albores («Mitos que matan», llama al capítulo uno) con Sabino Arana, a la entronización de los gudaris durante la Guerra Civil y la aparición del terrorismo durante los años de la dictadura.
Desde el principio, el autor deja bien claro que los terroristas de ETA nunca tuvieron más razones para matar que su propia voluntad, y que cualquier colectivo reprimido durante el régimen franquista (es decir, cualquier colectivo) tuvo exactamente las mismas. Otros, simplemente, decidieron no matar.
Ni las injusticias, supuestas o reales, ni la represión, ni las condiciones socioeconómicas, ni mucho menos la voluntad del pueblo vasco, la voz de los antepasados o el viento solano de un conflicto pretendidamente ancestral pusieron armas en las manos de aquellos que decidieron usarlas para conseguir unos determinados objetivos políticos.
Contar de esta manera la historia del terrorismo es más importante que nunca hoy día, cuando de las cenizas de ETA han brotado todo tipo relatos que tienen en común su blanqueamiento.
Hoy en día, tras el fin de los atentados de ETA, la narrativa del «conflicto vasco» ha perdido su función primigenia». No obstante, el nacionalismo radical no solo no ha renunciado a su particular «guerra imaginaria», sino que está apuntalando sus mitos. Y es que la narrativa todavía sirve para aglutinar al movimiento, elaborar un discurso conmovedor y atractivo, deslegitimar la Transición y la actual democracia, ahuyentar el fantasma de una ETA policial y jurídicamente derrotada, presentar a los victimarios como víctimas, equiparar el País Vasco con lugares en los que sí ha existido un auténtico conflicto, como Sudáfrica o Irlanda del Norte y, por consiguiente, reclamar una «solución dialogada».
Yo confieso: 45 años de espía, de Mikel Lejarza y Fernando Rueda
Mikel Lejarza suele contar la historia de Denis Donaldson, un topo del espionaje inglés infiltrado durante años en el IRA. En 2006, ocho años después de la pacificación de aquel conflicto, unos encapuchados entraron con una escopeta en su casa y lo asesinaron. Por eso Mikel Lejarza no aparece en sus entrevistas ni acude a ferias a firmar libros, porque aunque su actividad en torno a la banda terrorista hace mucho que acabó y aunque el conflicto haya oficialmente terminado, aún tiene miedo.
Tienen que pasar aún décadas, es muy difícil que los hábitos se olviden. Yo tengo asumido que un día me puedan venir y me peguen dos tiros. Lo que no he podido asumir nunca, ni asumiré, es que me aborrezca la gente mía, que la gente mía me quiera hacer desaparecer, que la gente mía quiere echar tierra encima de mi historia.
Infiltrado en la estructura político-militar de ETA en los últimos años del franquismo, Lejarza, con el alias de El lobo, consiguió llegar a los puestos más altos y proporcionó a los terroristas pisos francos por toda España. Pisos que eran vigilados por el Servicio Secreto. En 1975, toda la cúpula de ETA fue desarticulada gracias a su labor, aunque una de las –muchas– reflexiones que hace en su libro es que aquella operación fue en su opinión precipitada, y que, con un poco más de cautela, se podría haber convertido en el auténtico final de ETA.
ETA. Las claves de la paz, de Jesús Eguiguren y Luis Rodríguez Aizpeolea
Los diez últimos años de ETA como grupo terrorista activo estuvieron jalonados por un proceso de paz que implicó, más que a nadie, al entonces presidente de los socialistas vascos, Jesús Eguiguren. En representación del gobierno socialista de José Luis Rodriguez Zapatero, Eguiguren se reunió numerosas veces con el entonces representante de la izquierda abertzale, Arnaldo Otegi, y con varios miembros de la organización terrorista en el caserío guipozcoano de Txillarre.
A pesar de todas las contradicciones, de las discrepancias en cuanto a valoraciones, todo el mundo coincide con que nos encontramos ante el final del problema más grave que arrastrábamos desde la transición, y de eso no hay duda. La forma que ha adquirido este final ha sorprendido a la mayoría y ha generado desconfianza en algunos sectores, pero las cosas son como son. Siempre se ha dicho que Dios escribe con los renglones torcidos. Renglones torcidos difíciles de interpretar a veces.
Pocos dudan de la relevancia de ese final, pero muchas voces se preguntan si aquel proceso fue necesario, si no habría sido suficiente con dejar que una organización ya por entonces agonizante fuera desarticulada por la vía policial y por la jurídica.
En cualquier caso, el relato de Eguiguren tiene el enorme interés de los testimonios de los protagonistas, de quienes vivieron episodios de gran relevancia en primera persona. Y trae a la luz informaciones importantes, como la preparación que hizo ETA de una nueva campaña de terror cuando fracasaron las negociaciones, cuando rompió unilateralmente la tregua con aquel atentado de la T4 en Barajas.
Es verdad que ETA intentó repetir la campaña sangrienta, posterior a la ruptura de la anterior tregua, la de 1998. Justo al romper la tregua, el 6 de junio de 2007, ETA puso en marcha cinco comandos: el Andalucía; otro en Francia; el Urederra (Agua limpia) para Guipúzcoa y Navarra; el Elurra (Nieve), que había ejecutado el atentado de la T-4 en Barajas, el diciembre anterior, y el Vizcaya…
ETA en la ficción: cuatro libros que ilustran la vida cotidiana en los tiempos del terrorismo
Los otros cuatro pertenecen al mundo de la ficción. Todos han sido escritos por autores vascos que vivieron de cerca los llamados años de plomo y representan, a día de hoy, la mejor manera de entender las consecuencias de la violencia en la vida cotidiana. En este ámbito el panorama es bien distinto. El final de la violencia y el éxito de Patria están sacando a la luz algunas joyas hasta ahora desconocidas, y una nueva generación de autores ha traído visiones nuevas y enriquecedoras. Martutene, Twist, Como si todo hubiera pasado y la exitosa Patria (de la que ahora se estrena una adaptación televisiva en HBO) quizá sean nuestras más recientes novelas históricas y son, seguro, excelente literatura.
Martutene, de Ramon Saizarbitoria
El éxito de Patria debería servir, entre otras cosas, para descubrir otros libros notables de la narrativa vasca. Libros como Martutene, de Ramon Saizarbitoria, que cuenta la historia de dos parejas sacudidas por la visita de una joven socióloga americana, pero cuyo tema principal es el nacionalismo, sus mitos, su fuerza y sus efectos.
Los gudaris, orgullosos de haber perdido, que nunca ensuciaron su espada matando a enemigos desarmados, que preferían morir a matar incluso, que perdieron a pesar de su gallardía porque países más ricos y fuertes se unieron para atacarles desde el cielo con aviones a los que ellos solo podían arrojar piedras. Perdieron pero preservaron su dignidad intacta. Eso les transmitieron sus padres: que la derrota es bella cuando se ha luchado con dignidad.
El nacionalismo vasco como ideología asociada a la derrota y las mil formas de experimentarlo, entre ellas la más surrealista y atroz de un pueblo ficticio llamado Otzeta que el mundo aberzale ha convertido en santuario, aparecen de forma prístina por las setecientas páginas de una novela que es, además, narrativamente valiente y compleja.
Twist, de Harkaitz Cano
Durante la época de la guerra sucia contra ETA, dos militantes del grupo terrorista son secuestrados, torturados y asesinados en el sur de Francia. Lo cuenta Harkaitz Cano en el primer capítulo de Twist.
La ocasión merece que sea de noche. La carretera no es de las principales. «Ese hijo de puta ni siquiera merece que lo escondamos bien», piensa alguien. «Perro descarriado, tendríamos que dejarlo colgando de una farola, como escarmiento para quien se dé por aludido, merece que lo dejemos reventado en la carretera como una rata, es lo que hicieron con Trota, hacerlo reventar en una cuneta; que también a él se lo encuentren con las moscas rondándole la boca unos turistas ingleses que han parado a vomitar».
El resto de la novela es un juego narrativo de referencias cruzadas y visiones sobre el episodio desencadenante, centrado en la sensación de culpa del tercer protagonista, amigo pero también delator de los dos asesinados. Situados algunos capítulos antes de los asesinatos, otros después, Harkaitz Cano va componiendo con ellos un friso múltiple y complejo, más centrado en las cuestiones psicológicas que en las jurídicas o policiales.
Como si todo hubiera pasado, de Iban Zaldua
Dice Iban Zaldua que era tan conflictivo poner un nombre a lo que pasó en el País Vasco con la ETA que en su cuadrilla de amigos terminaron por llamarlo «La Cosa», que es el mismo término que popularizó el escritor navarro Joakin Muñoz.
«La Cosa» no es, evidentemente, sólo el problema de que una serie de terroristas decidan actuar contra el Estado ejecutando una serie de atentados. La existencia de ETA era nube que volaba sobre la cabeza de todos los vascos y permeaba sobre absolutamente todo, y precisamente esa vida cotidiana, ese hablar y pensar y sentir sobre el terrorismo es lo que quiso reflejar Zaldua mediante el medio que mejor maneja: el del cuento.
Como si todo hubiera pasado recoge una amplia compilación de cuarenta y dos cuentos escritos durante un espectro temporal amplísimo, pero que tienen en común ese trasfondo, el fantasma de «La Cosa» que aparece cuando menos te lo esperas. Un libro que servirá para recuperar la memoria de los que vivieron esos años y para adentrarse en aquella realidad, con toda su complejidad, a los que no. Recomendable en ambos casos.
Patria, de Fernando Aramburu
Patria fue el acontecimiento literario de 2016 y una de las novelas españolas de más éxito en los últimos años, tanto en el ámbito de la crítica como en el de las ventas. Ya ha tenido la adaptación de una novela gráfica y este año espera el estreno de una adaptación televisiva por parte de HBO España.
Narra la historia de una serie de personajes que, a lo largo de los años de plomo y en un pueblo de la Euskadi profunda dominado por la izquierda abertxale, se van situando, poco a poco, a los dos lados de la opinión.
“… estaba tan acostumbrado a que se produjeran acciones violentas de ETA que difícilmente podía sorprenderlo una más. Con los años, había criado una costra de conformidad. ¿Acaso soy el único? No es que los asesinatos de la banda lo dejaran indiferente, sino que estos se habían convertido en una rutina que le embotaba los órganos de la indignación y de la pena. De forma que, a menos que el atentado hubiese causado una elevada cifra de muertos, como aquel del Hipercor de Barcelona, que ese sí que le amargó el día, o que entre los fallecidos hubiera niños, se limitaba a darse por enterado y se guardaba para sí sus opiniones.”
Patria no triunfó por tomar partido ni por oportunismo político. Triunfó porque es una gran novela, porque cuenta bien una historia compleja y porque diseña un buen ramillete de excelentes personajes. Es una historia clásica, de auges y caídas y redenciones, en la que la violencia etarra, como en los cuentos de Zaldua, lo envenena y lo corrompe todo. Y en la que a la postre el dolor, que no la culpa, afecta a todos por igual.
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